Monasterio de Santa María de Ripoll (claustro)



Claustro de Santa María de Ripoll. Vista general

Claustro de Santa María de Ripoll. Aspecto del claustro frente al pilar que contiene el relieve representativo del abad Ramón de Berga (1122--1206)

Claustro de Santa María de Ripoll. Aspecto del interior de la galería románica junto al muro de la basílica

Claustro de Santa María de Ripoll. Aspecto del interior de la galería románica junto al muro de la basílica

Claustro de Santa María de Ripoll. Vista del jardín central desde la galeria superior

Claustro de Santa María de Ripoll. Crujía sudoeste, obra del 1401.

Claustro de Santa María de Ripoll. Detalle de las arcuaciones del claustro románico

Claustro de Santa María de Ripoll. Capiteles y ábaco de la primitiva galería románica

Claustro de Santa María de Ripoll. Capiteles y ábaco de la primitiva galería románica

Claustro de Santa María de Ripoll. Capiteles y ábaco de la primitiva galería románica

Claustro de Santa María de Ripoll. Capiteles y ábaco de la primitiva galería románica

Claustro de Santa María de Ripoll. Capiteles y ábaco de la galería sudoeste, obra del 1401

Claustro de Santa María de Ripoll. Angulo de la galería nordeste con la románica primitiva

Claustro de Santa María de Ripoll. Capiteles y ábaco de la galería sudeste del claustro superior, obra del 1401

El claustro

Si bien se cree que en los tiempos de Arnulfo(938-970) debió existir un pequeño claustro, no fué hasta la época del abad Ramón de Berga (1172-1206) cuando empezó la construcción de lo que es el actual claustro, quien construyó la galeria románica junto al muro meridional de la iglesia y que consta de 13 arcos de medio punto.

La galeria superior

Tuvieron que transcurrir casi dos siglos hasta que el abad Galcerán de Besora (1380-1383) decidió continuar la construcción del claustro, aunque en lugar de continuar por las galerías restantes prefirió edificar el piso superior de la que existía, donde poco antes de morir en 1383 mandó construir una capilla dedicada a San Macario. Galcerán tuvo que modificar la cubierta de la galeria colocando vigas sostenidas por mensulas en varias de las cuales grabó su nombre, que aún hoy puede reconocerse. Aunque la estructura de los arcos sería idéntica a la de la galería inferior la influencia gótica se observa en los capiteles, esculpidos en serie con dos zonas de hojas y los cimacios con follajes y el escudo de Catalunya en el centro.

Finalización del claustro inferior

El sucesor de Galcerán, el emprendedor abat Ramón Descatllar (1384-1408), restauró el palacio abacial donde construyó cámaras reales con capilla dedicada a la Purísima, dotó a la casa con un nuevo edificio para el Archivo y acabó el claustro inferior empezando por la galería noreste, obrada por el maestro Colí. En 1390 inició la galería sudeste encargando 56 columnas de la mejor piedra de Vilafranca de Conflent al maestro picapedrero de Perpinya, Pere Gregori, por un precio total de 330 florines de oro y al escultor barcelonés Jordi de Déu 50 capiteles con figuras, 28 bases y 28 cimacios. Finalmente, en 1401, bajo la dirección del maestro mayor de Girona, Pere Mieres se construyó la galería Sudoeste en un tiempo record de 6 meses con la que quedaba concluído el claustro inferior.

Finalización del claustro superior

El terremoto de 1428 que había causado graves desperfectos en la basílica paralizó la finalización de las galerías superiores. Aunque no existe documentación acerca de la construcción de la galería superior nordeste, en 1509 el abat Jaime (1506-1517) concluyó el claustro construyendo la galeria sudeste y posteriormente la sudoeste. Un total de 112 arcos y 252 columnas conforman el recinto del claustro que tiene forma ligeramente trapezoidal.
La primera galería, la románica, destaca por la exuberancia de sus capiteles algunos inspirados en el corintio y otros con temas carolingios, decorados con gran variedad tanto de técnicas como de temas, ya sean vegetales, como figuraciones humanas o animales. Monstruos, grifos, felinos alados, sirenas de doble cola, leones, pavos reales, todos ellos enzarzados en los follajes y ejecutados con técnicas de bisel y trépano contrastan con los temas de decoración del resto de galerías góticas donde los artistas se movieron con más libertad en las temáticas ornamentales de sus capiteles esculpidos en serie.

Los capiteles de la galería románica



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